***Estos somos Los Contares***

lunes, 29 de diciembre de 2008

Erase una vez......


Mi gente bella, este cuento es por que logré acceder al detrás del blog...... y dice así...

En villa Letras hay un grupo de seres mágicos (un duende y cinco hadas para ser más exacto), que no se pueden callar y siempre están contando historias, diciendo poemas y sobre todo acunando estrellas.....

Era muy de noche cuando estos seres se dieron cuenta que su historia comenzaba a hacerse real y empezó a caminar sola y se fue muuuuuuuy lejos y ellos detrás... Así fue como un duende y cinco hadas crearon "Contar Con Letras"

lunes, 22 de diciembre de 2008

En Feria del Libro 13.sept.2008 Biblioteca Córdoba


"La pena de muerte" de María Elena Walsh en Feria del Libro 2008

::::(Este texto fue especialmente elegido para abrir el espectáculo. Su realidad, su firmeza, y el modo en que en él María Elena Walsh pone al descubierto el sufrimiento y el dolor de cada uno de los personajes, hizo que coincidiéramos al proponerlo como uno de los protagonistas de la presentación en la Feria del Libro 2008)::::

Fui lapidada por adúltera. Mi esposo, que tenía manceba en casa y fuera de ella, arrojó la primera piedra, autorizado por los doctores de la ley y a la vista de mis hijos.
Me arrojaron a los leones por profesar una religión diferente a la del Estado.
Fui condenada a la hoguera, culpable de tener tratos con el demonio encarnado en mi pobre cuzco negro, y por ser portadora de un lunar en la espalda, estigma demoníaco.
Fui descuartizado por rebelarme contra la autoridad colonial.
Fui condenado a la horca por encabezar una rebelión de siervos hambrientos. Mi señor era el brazo de la Justicia.
Fui quemado vivo por sostener teorías heréticas, merced a un contubernio católico-protestante.
Fui enviada a la guillotina porque mis Camaradas revolucionarios consideraron aberrante que propusiera incluir los Derechos de la Mujer entre los Derechos del Hombre.
Me fusilaron en medio de la pampa, a causa de una interna de unitarios.
Me fusilaron encinta, junto con mi amante sacerdote, a causa de una interna de federales.
Me suicidaron por escribir poesía burguesa y decadente.
Fui enviado a la silla eléctrica a los veinte años de mi edad, sin tiempo de arrepentirme o convertirme en un hombre de bien, como suele decirse de los embriones en el claustro materno.
Me arrearon a la cámara de gas por pertenecer a un pueblo distinto al de los verdugos.
Me condenaron de facto por imprimir libelos subversivos, arrojándome semivivo a una fosa común.
A lo largo de la historia, hombres doctos o brutales supieron con certeza qué delito merecía la pena capital. Siempre supieron que yo, no otro, era el culpable. Jamás dudaron de que el castigo era ejemplar. Cada vez que se alude a este escarmiento la Humanidad retrocede en cuatro patas.

sábado, 20 de diciembre de 2008

LA CASA DE LAS PALABRAS
A la casa de las palabras, soñó Helena Villagra, acudían los poetas.
Las palabras, guardadas en viejos frascos de cristal, esperaban a los poetas
y se les ofrecían, locas de ganas de ser elegidas:
ellas rogaban a los poetas que las miraran, que las olieran, que las tocaran,
que las lamieran. Los poetas abrían los frascos, probaban palabras con el dedo
y entonces se relamían o fruncían la nariz.
Los poetas andaban en busca de palabras que no conocían
y también buscaban palabras que conocían y habían perdido.
En la casa de las palabras había una mesa de los colores.
En grandes fuentes se ofrecían los colores y cada poeta se servía del color
que le hacía falta: amarillo limón o amarillo sol, azul de mar o de humo,
rojo lacre, rojo sangre, rojo vino ...


Eduardo Galeano