***Estos somos Los Contares***

jueves, 25 de febrero de 2010

El juego en que andamos - Juan Gelman




Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta salud de saber que estamos muy enfermos,
esta dicha de andar tan infelices.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta inocencia de no ser un inocente,
esta pureza en que ando por impuro.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
este amor con que odio,
esta esperanza que come panes desesperados.
Aquí pasa, señores, que me juego la muerte.







Hete aquí que nos jugamos todo en la cancha cuando, pese a la deseperanza, no nos olvidamos que la vida, mientras dura, es para pecharla...
Grande Gelman!!

jueves, 18 de febrero de 2010

16 - Oliverio Girondo




A unos les gusta el alpinismo. A otros les entretiene el dominó. A mí me encanta la transmigración.

Mientras aquéllos se pasan la vida colgados de una soga o pegando puñetazos sobre una mesa, yo me lo paso transmigrando de un cuerpo a otro, yo no me canso nunca de transmigrar.

Desde el amanecer, me instalo en algún eucalipto a respirar la brisa de la mañana. Duermo una siesta mineral, dentro de la primera piedra que hallo en mi camino, y antes de anochecer ya estoy pensando la noche y las chimeneas con un espíritu de gato.

¡Qué delicia la de metamorfosearse en abejorro, la de sorber el polen de las rosas! ¡Qué voluptuosidad la de ser tierra, la de sentirse penetrado de tubérculos, de raíces, de una vida latente que nos fecunda... y nos hace cosquillas!

Para apreciar el jamón ¿no es indispensable ser chancho? Quien no logre transformarse en caballo ¿podrá saborear el gusto de los valles y darse cuenta de lo que significa “tirar el carro”?...
Poseer una virgen es muy distinto a experimentar las sensaciones de la virgen mientras la estamos poseyendo, y una cosa es mirar el mar desde la playa, otra contemplarlo con unos ojos de cangrejo.

Por eso a mí me gusta meterme en las vidas ajenas, vivir todas sus secreciones, todas sus esperanzas, sus buenos y sus malos humores.

Por eso a mí me gusta rumiar la pampa y el crepúsculo personificado en una vaca, sentir la gravitación y los ramajes con un cerebro de nuez o de castaña, arrodillarme en pleno campo, para cantarle con una voz de sapo a las estrellas.

¡Ah, el encanto de haber sido camello, zanahoria, manzana, y la satisfacción de comprender, a fondo, la pereza de los remansos.... y de los camaleones!...

¡Pensar que durante toda su existencia, la mayoría de los hombres no han sido ni siquiera mujer!... ¿Cómo es posible que no se aburran de sus apetitos, de sus espasmos y que no necesiten experimentar, de vez en cuando, los de las cucarachas... los de las madreselvas?
Aunque me he puesto, muchas veces, un cerebro de imbécil, jamás he comprendido que se pueda vivir, eternamente, con un mismo esqueleto y un mismo sexo.

Cuando la vida es demasiado humana —¡únicamente humana!— el mecanismo de pensar ¿no resulta una enfermedad más larga y más aburrida que cualquier otra?

Yo, al menos, tengo la certidumbre que no hubiera podido soportarla sin esa aptitud de evasión, que me permite trasladarme adonde yo no estoy: ser hormiga, jirafa, poner un huevo, y lo que es más importante aún, encontrarme conmigo mismo en el momento en que me había olvidado, casi completamente, de mi propia existencia.





En mis paseos por el mar, no pude, nuevamente, evitar escuchar a Girondo recordándome algo así de importante: "una cosa es mirar el mar desde la playa, otra contemplarlo con unos ojos de cangrejo..."

Todo depende de cómo lo mires...


Nota: Foto sacada en las playas de San Antonio Oeste, pueblo de Río Negro, Argentina. Un cangrejito simpático que se dejó fotografiar :)

jueves, 11 de febrero de 2010

Mar, por Antonio Machado



A veces, creo que despierto
de mi misma vigilia, y que con ella
-sueño de mediodía-
se van monstruos terribles
del horizonte puro.

-Es cual una tormenta
de duermevela, cuyo trueno
no se supiera nunca
si fue verdad o fue mentira-.
Se me abre el corazón y se me ensancha, como
el mar mismo. La amenaza
huye por el Oriente
a sus pasadas nubes.

El mar sale del mar y me hace doblemente claro.





Volvemos al ruedo de a poquito, trayendo con nosotros rumores frescos de montaña, de llano, de mar, de río... con las luces livianas del sol y el sopor de la siesta...
Este verano, tuve la experiencia del mar... no dejaron de resonar estos versos en mi cabeza... "se me abre el corazón y se me ensancha,/ como el mar mismo". En cada bocanada de aire salado, el corazón crecía, como crece el mar...

Sean bienvenidos!!!